“El buen historiador es como el gigante del cuento de hadas. Sabe que donde sea que capta el aroma de la carne humana, allí se encuentra su presa”-Marc Bloch (The historian Craft)

No existe la Historia sin historiadores, y existen tantas versiones del discurso histórico como personas que se dediquen a estudiar el pasado, un tiempo perdido e inabarcable que solo llega a nosotros a través de los fragmentados, y en ocasiones descontextualizados, restos materiales e inmateriales.
El historiador es aquel afortunado que desde la ventana del presente observa una inmensidad de vestigios que dan fe de un largo camino recorrido y que sostienen lo que conocemos como actualidad. Es aquel intermediario entre una parte de la humanidad ya perdida y otra que avanza hacia el futuro para, inevitablemente, convertirse en pasado. Como señala Edward Hallett Carr, la historia no es más que:
“Un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado” (en ¿Qué es la historia?)
Por tanto, el historiador realiza un importante trabajo de relectura, búsqueda y selección del material que le conviene para crear una narrativa subjetiva acorde a sus intereses y punto de vista de la vida. Aunque lo suficientemente creíble y justificado para que el resto de los mortales, que no acceden a esa ventana, la puedan considerar, falsamente, objetiva.
Sobre esos pasados que (re)elaboran los historiadores se justifican tradiciones o se aboga por la innovación, para lo que se seleccionan aquellos discursos que mejor se ajustan a la finalidad del momento. Las sociedades y los valores cambian, y junto a ellos la forma de escribir historia. Las nuevas generaciones no son el futuro como se suele decir, son su propio presente, y por tanto, ven y seleccionan el pasado que más les conviene, plasmándolo en los medios que más se ajusten a su tiempo, y con los que puedan llegar a más gente, que sin ser libros o artículos deberían ser igual de válidos e importantes.
“Cuando los historiadores y los filósofos quieren hacer una clara distinción entre el pasado y el futuro, como hacen algunos, nadie más les seguirá”-Eric Hobsbawm en Sobre historia p.58
Todos pueden ser historiadores si, como Marc Bloch, tienen la vocación y paciencia suficiente para enfrentarse a esta disciplina con todas sus paradojas y alegrías.
Reblogueó esto en Apología a favor de la Historia.
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